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Sevilla, 1942. La ciudad vive sumida en su recuperación de la reciente guerra civil y sobrevive como puede a los rescoldos que ésta ha dejado. Únicamente alg
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Sevilla, 1942. La ciudad vive sumida en su recuperación de la reciente guerra civil y sobrevive como puede a los rescoldos que ésta ha dejado. Únicamente algunas pinceladas de color otorgan un cierto alivio a las dificultades por las que atraviesa la gente. Una de esas notas de color son las que el cantante Antonio Machín, afincado por entonces en Sevilla, regala en forma de bellas canciones que cada noche suenan en los Salones Hernal de la céntrica Plaza de San Fernando de la ciudad. Pero la serenidad que se respira en dicho lugar y el ánimo sosegado del cantante se ven perturbados cuando, en virtud de una extraña suerte de confusión, llegan hasta sus manos unos cruciales documentos que pueden comprometer muy seriamente el curso de la Segunda Guerra Mundial que se libra en ese momento; el destino de la Operación Blackbone, a partir de ahora, se encontrará en sus manos. Desde ese momento se desata una desenfrenada trama que tiene por protagonistas a espías nazis y aliados asentados en la ciudad andaluza y en la que se ve envuelta, además, una de las cofradías más señeras de la Semana Santa sevillana. El can